Éxodo 14:1-31
El Faraón cambió de opinión. Después de decirles a los hijos de Israel que salgan de la tierra de Egipto se propuso a perseguirlos y matarlos a todos. “Y unció su carro y tomó consigo a su pueblo. Y tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto y los capitanes sobre ellos.” El creía que él tenía al pueblo de Dios donde los quería, bloqueados por el Mar Rojo.
Pero el Señor le dijo a Moisés, “alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar en seco”. Aquí tenemos la promesa de Dios. Moisés obedeció al Señor. “Extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda”. Cruzaron el Mar Rojo con seguridad.
Los egipcios vieron lo que Moisés y los hijos de Israel habían hecho. “Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón sus carros y su gente de a caballo.” De pronto se soltaron las ruedas de los carros y tuvieron dificultad en conducirlos. A la dirección de Dios “Moisés extendió su mano sobre el mar… Y volvieron las aguas y cubrieron los carros y la caballería y todo el ejercito de Faraón que había entrado tras ellos en el mar, no quedo de ellos ni uno.”
Cualquier observador de los sucesos de ese día, hubiera visto a los hijos de Israel entrar en el Mar Rojo en tierra seca, seguidos por los egipcios que hicieron exactamente lo mismo. Los israelitas fueron salvos, y el ejercito del Faraón destruido. ¿Cuál fue la diferencia?
En Hebreos 11:29 leemos, “Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.” El pueblo de Dios cruzo el Mar Rojo por fe. El Señor les había prometido que los llevaría al otro lado. Creían la palabra de Dios. Los egipcios creían que ellos también cruzarían el Mar Rojo. Pero el Señor nunca les prometió que los haría cruzar en tierra seca.
Hoy en día mucha gente asiste a la iglesia, canta los himnos, escucha los sermones, y siguen los movimientos de los creyentes verdaderos. En el mejor caso, tienen una fe presuntuosa la cual como la fe de los egipcios no es fe en absoluto.
Padre Celestial, gracias por tus preciosas y grandes promesas. Ayúdanos a no tomar las cosas por seguro. Queremos vivir por fe y no por vista. Edifica nuestra fe, en el nombre de Jesús. Amén.
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